En un hecho sorprendente que ha generado olas en la comunidad financiera mundial, Vietnam ha cerrado de forma permanente más de 86 millones de cuentas bancarias en una nueva regulación radical destinada a prevenir el fraude y la ciberdelincuencia.
La medida, que comenzó en septiembre de 2025, sigue a una nueva normativa que exige la autenticación biométrica de los usuarios para las transacciones financieras y la gestión de cuentas.
Los cierres de cuentas suponen alrededor del 43% de los 200 millones de cuentas bancarias que se calcula que hay en el país, lo que pone de relieve un cambio significativo hacia un sistema financiero más regulado y centralizado.
Según declaraciones del Banco Estatal de Vietnam (SBV) e informes de Vietnam News, los bancos comerciales han comenzado a eliminar en masa las cuentas inactivas o no verificadas biométricamente. De los 200 millones de cuentas, sólo 113 millones han sobrevivido a la purga.
La nueva normativa hace obligatorias las comprobaciones biométricas, incluido el escaneado facial, para el registro de nuevas cuentas y determinadas transacciones en línea. Esto ha afectado desproporcionadamente a los residentes extranjeros, que se enfrentan a obstáculos como los requisitos de verificación en persona con alternativas remotas limitadas.
Aunque la acción de Vietnam puede parecer un hecho aislado, es parte de una tendencia mundial creciente de gobiernos y bancos que bloquean los fondos de los clientes. En 2022, los depositantes chinos se enfrentaron a una situación similar cuando sus ahorros de toda la vida fueron congelados sin previo aviso, desatando protestas públicas.
En Estados Unidos, las leyes de confiscación civil de activos permiten a las fuerzas del orden confiscar fondos de ciudadanos que aún no han sido condenados por un delito. En el Reino Unido, las leyes contra el blanqueo de capitales han provocado la congelación o el cierre repentino de cuentas por anomalías en el cumplimiento de la normativa. Y el infame caso de los camioneros canadienses en 2022 vio cómo el Gobierno congelaba las cuentas bancarias y de criptomoneda de manifestantes y sus partidarios, en algunos casos sin proceso judicial.
Las autoridades argumentan que estas medidas son cruciales para prevenir el blanqueo de capitales y los delitos financieros. Sin embargo, los críticos, en particular dentro de la comunidad de criptodivisas, ven estos acontecimientos como un claro recordatorio de los riesgos inherentes a los sistemas financieros centralizados.
El bloque vietnamita hace hincapié en la importancia de ser el propio banco, un principio fundamental del mundo de las criptodivisas. Los sistemas centralizados implican que los fondos de una persona existen con el permiso de un banco o un Estado, lo que los hace vulnerables a exclusiones repentinas, errores o incluso abusos.
A medida que la creciente digitalización y los controles biométricos vinculan el acceso financiero a la identidad, aumenta el potencial de riesgos sistémicos. Los sistemas pueden fallar y las personas pueden encontrarse en conflicto con políticas cambiantes y quedarse sin recursos.
En este contexto, Bitcoin ofrece una alternativa atractiva. A diferencia de las cuentas bancarias tradicionales, Bitcoin puede mantenerse y negociarse sin intermediarios, lo que dificulta considerablemente los bloqueos o embargos arbitrarios. En un mundo de normas de cumplimiento cambiantes y "desbancarización", la verdadera soberanía financiera significa independencia no sólo de los piratas informáticos, sino también de gobiernos e instituciones bienintencionados (o intrusivos).